Monday, February 17, 2014

Por qué creo que la universidad debe ser gratis y pública

Por Gonzalo A. Luengo O.

Es notoria mi posición política, mi posición frente a las tomas, al Movimiento Estudiantil que se ha gestado en los últimos años en Chile. Yo no estoy de acuerdo con tomas, con protestas, sólo porque no faltan los encapuchados que arruinan todo. Qué lindas son las protestas cuando todo es en paz. Pero en fin, estas marchas y protestas son un síntoma que, a mi pesar, es el que generará cambios que sí o sí explotarán y se establecerán un día. Los cambios duelen. Es volver a nacer, volver a hacer las cosas. Siendo conservador en muchos aspectos, me cuesta aceptar, siendo chileno, que las manifestaciones sean finalmente algo que no tiene color, ni sexo, ni nada, sólo una forma para que las cosas pasen. Falta pasión. Conciencia. Un señor sabio me decía cómo hoy los jóvenes sólo piensan en sí mismos, en que sólo quieren terminar sus carreras para ganar su dinero y punto. Faltan ganas, compromiso. Falta voluntad, asumir la libertad. No se trata de ser de izquierdas, derechas, de centro, etc. Se trata de ser responsable y amar a tu país, a tu gente.

¿Y qué debe pasar en medio de todo lo que se reclama? Pienso en una educación superior estatal pública y gratuita, que las universidades estatales y también las otras del Consejo de Rectores sean financiadas por el Estado con el propósito de hacerlas gratuitas para sus alumnos de pregrado y que se generen las políticas necesarias para asegurar el compromiso de todos sus actores para que los proyectos se cumplan, porque ahí está la calidad, en cumplir con nuestras expectativas de forma responsable. No se trata de regalar, se trata de asumir la educación como lo que es, la base del país. En las siguientes líneas lo explico mejor.

¿Por qué debe ser gratis?

Creo que la educación superior (pregrado) en universidades estatales debería ser gratuita y financiada por el Estado, por una cosa de cambio generacional, de movimientos sociales. Es algo práctico:

La sociedad chilena, hace unos 100 o 150 años, era prominentemente agrícola. Son pocas las personas de mi generación que no tienen al menos un bisabuelo o tatarabuelo que haya vivido en el campo, en una zona rural o urbana precaria, donde el modo de vida de ellos entonces era el trabajo de la tierra, algo tan meramente técnico, era sobrevivir (en muchos casos) con los huevos que te daba una gallina. Chile es un país pobre y es pobre porque aún existe gente sin educación, que sólo se ha quedado con lo básico, con cuarto medio (¡o menos!). Y se da porque de la realidad rural de la que se hablaba, tuvo su fin casi definitivo hace sólo unos 50 años, con la migración del campo a las ciudades. Entonces estamos viendo hoy en día a segundas o terceras generaciones que han nacido por completo fuera de la burbuja casi medieval del campo chileno, con otra conciencia de lo que se quiere lograr en la vida, más global, estandarizada. A la sazón se ve que las necesidades han cambiado y, por ende, el Estado debe asumir esos cambios. Tenemos entonces los siguientes escenarios:

1. El Estado en el siglo XX, haciendo de la educación primaria y luego secundaria, algo seguro, que se sabe que es gratis en caso de no tener ni un peso.

2. Para ese entonces, hasta entrada la última década del siglo XX, con eso que el Estado aseguraba, era suficiente. Hasta se ha asegurado, entrando al siglo XXI, la educación pre-escolar.

3. La desigualdad empieza: porque la seguridad de estudiar se detuvo en la educación primaria y secundaria. Pasamos a ser un país con una imagen exterior decente en lo macroeconómico, pero por dentro pasaba algo: no se pudo seguir con la senda de asegurar educación, de decirle a la gente que hay algo más de el cuarto medio, que eso se exige. Pero ni siquiera hay necesidad de decirlo, porque el país lo pide y las personas lo saben, hay que entrar a pregrado para especializarse en lo que queramos, ese es el paso que sigue. Pero como vimos, desde que se sale de la enseñanza media, no hay más seguridad. Las becas no bastan. Me da lata ver mi situación personal: yo estudié pedagogía cuando las becas no eran fáciles de obtener como ahora. La beca que tuve me la gané porque yo postulé en primera preferencia a una pedagogía. Entré en cuarto lugar de mi generación, ¡y los tres primeros lugares no tenían beca! La razón era que no estaban pensando en su vocación, sino en un tema meramente crematístico sobre su futuro, ¡qué triste! ¡Qué tristeza que se preocupen más de las cosas que del valor de ellos mismos y no se la jueguen! Y ahora están con una deuda que no terminarán de pagar nunca o muy tarde. Me apesta. De eso comento más adelante. Tengo un amigo que estimo mucho, el tipo es un genio y estudió becado entero según me cuenta, ¿por qué no darle esa oportunidad a todos?

4. La sociedad cambió, ahora son más los que saben que quieren entrar a la universidad, el país lo exige, insisto, y parte de la política de crecimiento, además de asegurar índices económicos, es pensar en la educación, en la gente que debe sostener todo eso. El paso que sigue debe ser que el pregrado sea gratis, lo que implicaría que, además, se redujeran los años de en los programas estudio y se pudiese entrar luego a cursos de postgrado para especializarse. Hoy en día, la gente menos afortunada ve cómo un gran logro que sus hijos salgan con un título de la universidad, y creen que la universidad es eso y nada más en la vida, pero es obvio que no, que la carrera de cualquiera se va construyendo con perfeccionamiento, así se crece profesionalmente, y eso requiere de educación.

5. Un individualismo exacerbado. Yo soy muy conservador y cristiano, en ese sentido detesto cómo la vida de muchos no tiene valor, porque para ellos tener valor es tener el título de la universidad, es tener el auto, es alimentar a sus hijos, es darse viajes, es tener dinero, es tener departamentos carísimos y lindos, pero fríos, donde no hay pasión y sólo un televisor de última generación, cero reliquias y memoria familiar. Es esa gente que cree que Dios es para adorar, para agradecer, para pedir. Claro, lo digo desde un punto de vista cristiano, pero piensen en esto incluso si son ateos: ¿qué valor tiene esa gente si no es por cosas externas? Si tuvieran valor, valdrían por ellos mismos y tendrían ideas y ganas de desarrollar cosas, cualquier cosas, tendrían pasión. Esa pasión es la que se da en el mundo académico, en que tomas un rumbo en tu vida y eso es lo que se debe asegurar para que Chile crezca.

Gonzalo A. Luengo O.