Saturday, February 06, 2016

Cómo funciona todo

Por Gonzalo A. Luengo O.

El universo es enorme y lo contiene todo. Y cada parte de él, cada animal, piedra, planta, etc., cada cosa, es un resumen de ese todo expresado en diferentes proporciones. Es así como se conforma la diversidad de ese todo. ¿Cómo es posible que nada salga expulsado del universo? Porque efectivamente, el todo no podría ser lo mismo sin alguno de sus componentes: cada cosa es importante siendo tal como es. La pieza clave es lo bueno, eso es lo que ata a todo en el universo. Y es en percibir lo bueno que la existencia cobra sentido.

Percibir lo bueno es muy difícil en ocasiones en que, bajo nuestra percepción, pareciera no estar presente. Pero está.

Cada persona tiene lo bueno en ella, pero como nadie es igual a otro, ya que el universo se resume en dosis distintas en cada ser, su percepción de lo bueno también varía. Es así como para mí, cierta piel, ciertos labios, cierto cabello, ciertas piernas y ciertos ojos me harán sentir atracción y amor inmediatos hacia quien los posee. O cierta música, o ciertas tradiciones. Cada persona tiene en sí misma lo bueno presente de forma tan única, que entonces verá lo bueno en otros (seres, fenómenos, etc.) de una manera particular. Y así es como algunos, de acuerdo a su historia y las características del cuerpo que ocupan, reaccionarán ante la diversidad del universo todo. Ante cada una de sus partes. Y entonces no podrán ver lo bueno a veces.

Comprender que cada persona tiene su propia percepción de las demás cosas y que puede amar a unas y a otras no, es finalmente la forma en que somos capaces de ser nosotros mismos íntegramente. Por esa razón no es bueno juzgar a nadie por sus sentimientos, por lo que le nace sentir y hacer. Mientras más una persona sea lo que siente, más sentido expresa el universo. Y debido a que cada uno es como es de forma graciosa y natural, es que, por ejemplo, hay amigos que no necesitan ni de tiempo ni de espacio ni de ninguna variable para amarlos de forma automática y hacerlos parte de nuestras vidas. Todo tiene que ver con cómo vemos lo bueno desde acá, desde los extraños límites que son nuestros cuerpos y nuestra historia.

¿Cómo vivir, entonces? Quedándose con lo bueno, ayudando a que no haya otras personas que interrumpan la libertad de los demás (ayudando, o sea, a que vean lo bueno). Y quedarse callado cuando no podemos ver lo bueno y percibimos como malas algunas cosas. Al menos tratar, con criterio, de hacerlo siempre que sea posible. Y no negarse a amar o al menos dejar saberlo. O saber que en ese instante en que nos miramos a los ojos, en realidad estamos tratando de percibir lo bueno: cuando ambos lo encontramos, lo sabremos una milésima de segundo o menos antes de querer abrazarnos.

Gonzalo A. Luengo O.